O si no, que se lo digan al dueño de este restaurante chino que quizá quiso traducir el nombre de su negocio a un idioma occidental (por aquello de que lo que tiene pinta de extranjero siempre llama más la atención y vende más), metió el nombre en un traductor de Internet y vio a aparecer las palabras que estás viendo sin darse cuenta de que en lugar de “La guarida del dragón hambriento” pone “Error de traducción”.

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