MOMO PERU

viernes, 2 de septiembre de 2011

La Cruda Realidad - Por Joshua Vidal

Pedro Pérez se despertó temprano como cualquier otro día. Tenía que ir al liceo, se alistó, se despidió de sus padres y comenzó a bajar las escaleras del barrio para llegar a su destino, se le quedaron unos libros en su casa pero no regresó, lo más importante ya lo tenía, ese balón que siempre iba con él a todos lados, gastado, con las marcas de mil rejas y las manchas de barro del potrero donde siempre juega en las tardes, después de entrenar con el equipo de la zona.
Su sueño es llegar a profesional, aunque solo tiene 12 años ya sabe lo que quiere, jugar en primera división de Venezuela y llegar a vestir la Vinotinto algún día, esa Vinotinto que le parece tan ajena a veces, la que solo ha visto por TV pero que tanto ama, su entrenador le dice que tiene talento, que le recuerda a Gaby Miranda, que su zurda es privilegiada y siempre lo aconseja para que no pierda el horizonte.
Ese día sus compañeros de clases le comentaron del rumor que había en internet, La Vinotinto jugaría en Caracas, Pedrito no lo podía creer, tanto esperar y por fin podría ver a sus ídolos cara a cara, por fin podría gritar un gol de la selección desde la grada y no frente a la TV como tantas veces lo hizo, no le importaba el rival, solo quería ver a los héroes de Copa América, era feliz, uno de los días más felices de su vida.
Ese día salió temprano de clases y fue corriendo a su casa, siempre con el balón en sus pies, llegó jadeante a contarle a su Madre (que trabaja planchando ropa desde su casa) que venía la Selección a Caracas e inmediatamente llamó a su Padre (obrero en una construcción cercana) y los dos gritaron por teléfono de la emoción con la noticia, el padre de Pedrito no veía a la selección en vivo desde hacía casi una década cuando por eliminatorias Argentina visitó a Venezuela.
El niño con una gran sonrisa en su cara fue felizmente a entrenar, ya todos hacían planes de ir juntos a la cancha, de que cantarían y hasta cuadraban para hacer un trapo, estaban convencidos de que en ningún otro lugar recibirían a la selección como ellos lo iban a hacer, ese día todos se peleaban por ser Salomón, Tomás Rincón y Ronald Vargas, soñaban despiertos, jugaban la final del mundial y le ganaban a Alemania. Dos pitazos del entrenador los sacaron de sus sueños, termino el entrenamiento, era hora de irse a casa.
Su padre ya había llegado, su cara no reflejaba la alegría que Pedrito imaginaba, no le dio importancia, el niño no paraba de hablar del juego de la selección durante la cena, su padre le comentó que se jugaría contra Guinea con ganas de desanimarlo, pues el señor ya sabía los precios de las entradas y era un lujo que no podían darse, Pedrito le respondió sonriendo que no le importaba, que no tenía idea de quién era Guinea ni donde quedaba, que él quería ver a su selección y no al rival, que él quería ir por los colores y por que el corazón se lo pedía, su padre visiblemente emocionado por el fervor y la pasión de su hijo enfrentó el momento y le dijo a su hijo que no podrían ir, que las entradas más económicas costaban 350 BSF y que no tenían esa cantidad de dinero, el niño rompió en llanto sin entender el por qué, sin entender porque su selección no podía estar al alcance de todos y se la reservaban unos pocos, no entendía porque durante la copa pedían el apoyo de todo el país si en realidad, con esos precios no podía ir ni un cuarto del país a verlos.
Su padre intentó explicarle, que por el ser tan pequeño no podría ir solo, que para ir tendría que llevarlo, lo que implicaba comprar dos entradas, eso sin contar el traslado y los refrigerios, el niño estaba inconsolable.
El padre le prometió que lo llevaría a ver un partido de eliminatoria en otro estado porque salía más económico que ir a este amistoso, pero aún con esta promesa, ese niño que tanto quiere a su selección y su país se siente traicionado y defraudado, no por su padre que le enseñó este amor, se sintió engañado por aquellos que manejan el fútbol, que no entienden que para él, el futbol no es un negocio si no su pasión.

http://futbolestodo.com/main/la-vinotinto-no-es-de-todos/ Joshua Vidal

Para que tengan una idea de lo que son 350bsf equivalen a unos 85 dolares. (la entrada más barata cuesta esto) La más cara cuesta 2000 bsf, 500 dolares.
Por ver un partido contra guinea, más respeto, que la Vinotinto tiene que ser de todos.

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